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¿Qué buscamos cuando discutimos? Hagamos de la discusión una salida sana a la diferencia.


No podría ser de otra manera. Dos personas que son diferentes, con historias distintas y por tanto con percepciones y opiniones únicas respecto de las cosas de la vida, se verán no pocas veces, en desacuerdos, y con ello enfrentadas a discusiones respecto de esas percepciones diferentes.

La pareja como sistema relacional no está ajeno a esta realidad, por más amor que exista, y está cotidianamente sometida a situaciones donde pueden surgir desacuerdos. Y los desacuerdos deben ser aceptados como una realidad posible sobre la cual dos personas que se aman y desean convivir de forma armónica, deberán encontrar una mirada común que beneficie a la relación.

Ello claramente es muy distinto a “pelear” entre dos. Pelear es más bien sinónimo de competir por tener la razón, que puede ser muy parecido a vencer a tu contendor(a) independiente que eso produzca un daño en la relación.


Por tanto, la gran diferencia entre discutir y pelear, es que en el primer caso, aceptamos la discrepancia entre dos personas, ambas con posiciones válidas y que pueden aportar al conjunto, mientras en las peleas no vemos ni valoramos el punto de vista diferente y sólo importa imponer el propio.

Así, en las discusiones partimos de la base que hay dos cosas que cuidar cuando abordamos el desacuerdo: al otro(a) y a la relación; en la pelea, en cambio, sólo importa uno mismo y ganar!


Muchas parejas temen a las discusiones justamente porque no son más que peleas que terminan dañando. Las peleas es muy probable que sean un camino fructífero para el conflicto. Las discusiones, en cambio, pretenden justamente evitar el conflicto futuro. Dicho de otro modo, el conflicto no es más que la sensación de desigualdad de poder, donde hay uno que gana y otro que pierde. Esta realidad es absolutamente contraria a lo que esperamos sea una relación de pareja (pareja=par=igual valor=igual poder)


Con todo, si lo que queremos es salir favorecidos de una discusión debemos evitar ciertas interacciones negativas, que ponen en riesgo la relación y la valoración de la natural diferencia. Revisemos con detalle:

Criticar: Nada más detestable, que la acción de tu pareja de encontrar que lo que haces, dices o sientes, está mal, no es válido o merece ser juzgado. La crítica en suma es un juicio, sobre algo que no se acepta.

Defenderse: Una manera grotesca de tratar de ganar es salir culpando al otro, o buscar un aspecto del pasado donde el otro(a) dañó o actúo en forma inapropiada.

Ser indiferente: Que tu pareja haga como que no estás, no escucha, sentir que no impactas, independiente de lo que hagas, es un acto cruel para cualquier ser humano, es sinónimo de “no existes” o “no eres importante” para mí.

Descalificar: En simple, esto es hacer un juicio negativo sobre una cualidad o aspecto de tu pareja. Descalificar es poner a tu compañero o compañero en una posición inferior a ti, es optar por el camino del menosprecio y la ofensa. Las descalificaciones son quizás las formas comunicacionales más dañinas entre las personas.

Competir: nada más lejano al supuesto de ser pareja es tratar de ganarle a aquel que se supone es tu aliado y compañero(a) en la vida. Los aliados se ayudan, se toleran, se unen para enfrentar situaciones difíciles o dolorosas. Si al discutir lo que buscas es derrotar a tu compañero(a) quiere decir que abandonaste el “espacio conjunto, la realidad compartida” y estás en tu espacio individual, tratando de “salvarte” solo(a) y de vencer a tu enemigo(a).


En cambio, si lo que queremos es aprender a discutir y salir fortalecidos de una discusión deberemos poner intención en interacciones positivas, que promuevan los siguientes aspectos comunicacionales:

Escuchar: Que difícil pero a la vez que maravillosa capacidad para validarse!. Escuchar en si mismo es aceptar, acoger, decirle al otro “me importa lo que tienes que decirme”. Al contrario, cuando estoy permanentemente haciendo callar al otro, o evitando sus palabras e incluso pasando a llevar el habla del otro con mi propio discurso, solo estoy creando sentimientos negativos hacia mi y hacia el espacio relacional. Dicho de otro modo, cuando no escucho, estoy invitando al otro a abandonar la relación, a buscar otro(a) a quién le importe, a buscar intimidad fuera de la vivencia común. Escuchar siempre será una herramienta, siempre… aun cuando no tengas palabras para devolver. Escuchar a tu pareja es Validar, es dar importancia a quién has elegido para ser compañeros(as) en la vida.

Posición de apertura: Estar abiertos a lo que tu compañero(a) te trae, está directamente relacionado al escuchar, pero vas más allá de eso. Es pensar de antemano que el otro no tiene intención de daño, aunque este diciendo cosas que te duelan, que lo que el otro tenga que decir puede aportar algo nuevo al entendimiento. Puede entregar información relevante para avanzar cuando hay algo estancado. Estar abierto, es en simple, estar dispuesto a no tener la razón, a cambiar de actitud, a pedir disculpas, a entregar, a luchar, a hacer el esfuerzo para que volvamos a encontrar armonía.

Focalizar y circunscribir el desacuerdo: No es posible discutir sobre un aspecto si ello conlleva pasar revista a toda la vida juntos. Cuando discutimos, vuelvo a repetir, lo hacemos para mirar los diferentes puntos de vista, aceptar la diferencia, ver que puede aportar la visión de cada cual a la visión común para recuperar la armonía. Cuando ese es el fin, la discusión será acotada, restringida al presente, a lo que ahora molesta, duele o nos distancia. No sirve tratar de “ganar” sacando cuentas de cuanto “daño me has hecho en la vida” o tratando de relacionar lo de hoy con lo que ocurrió hace 3 o 10 años atrás. En una discusión, los “siempre”, los “nunca”, ni sirven, solo son formas de defenderse y no avanzar.

Colaborar: Colaborar es el polo opuesto de competir. Cuando actúo con afán colaborativo, estoy transmitiendo al otro que lo valoro, que me importa recuperar la armonía, que no tengo interés en ganar ni salir beneficiado, que lo que realmente importa es “tenernos” y caminar juntos en la vida, uno al lado del otro. Dicho de otro modo, la interacción colaborativa refleja un verdadero interés en acoger el punto de vista diferente, así como la creencia que “juntos podemos encontrar la solución”.

Aprendamos a discutir para crecer.



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