Love Commandos, los guardianes del amor en India
Hoy en el Diario el País, me llamó la atención este artículo que devela una realidad que para muchos en Occidente parecería una trama de película.
Lo cierto es que esta ONG es hoy
reconocida en India por su gran labor al servir como red de apoyo para los que dejaron de tener una en nombre del honor. En la década de historia de este grupo de guardianes del amor, más de 60.000 parejas se han beneficiado de su asesoría jurídica y las terapias psicológicas y refugios que ofrecen.
El gigante asiático mantiene aún una fuerte tradición conservadora en la que la unión entre castas o religiones diferentes es sinónimo de ofensa o traición a las raíces familiares. “En la India se mata en nombre del honor”, sentencia Sanjoy Sachdev, presidente y co-fundador de la entidad. “El amor es la naturaleza y esta sociedad te enseña a rechazarlo. Muchos son amenazados, agredidos abiertamente en la calle, ninguneados por sus familias… Enamorarse en la India es un peligro”. Él se reconoce muy crítico. Sabe que en el país las cosas están cambiando –el adulterio ya no es un delito y están permitidas las relaciones homosexuales desde hace poco más de un año, entre varios logros de la tímida ola feminista que crece– pero le cuesta ser optimista: “He visto tantas familias rotas y cuerpos apaleados de jóvenes que no han cometido ningún delito...”.
Love Commandos opera en función de las necesidades de los demandantes de ayuda. La mayoría de casos se resuelven con asesoría jurídica o información general para que las víctimas conozcan sus derechos y cómo denunciar ante las autoridades. Otros, que de la noche a la mañana se ven viviendo en la calle y sin ningún familiar que responda por ellos, se alojan en los albergues que la organización tiene en decenas de ciudades.
El artículo resulta interesante pues revela cómo actualmente en India y en otros lugares del mundo aún persisten prácticas autoritarias, restrictivas e irrespetuosas de los derechos de las personas en la dimensión afectiva y amorosa. El sentimiento amoroso sigue siendo aún un espacio político, de la misma forma que la dimensión sexual. No olvidar.
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