Renata Ortega, sexóloga “El sexo ha vuelto a tomar su sentido de encuentro”
Algo está cambiando en la intimidad de las parejas. La exigencia de tener buen rendimiento sexual ha ido mutando. Los estudios muestran que hoy se busca más cercanía y cobijo, que solo erotismo y orgasmos. ¿Qué cambió? ¿Por qué ahora se aspira a una sexualidad más cómplice que instrumental?
Hay un temor escondido cuando llega el verano. El reencuentro con la pareja en estado de relajo y donde se comparten 24 horas del día. Cada uno llega con el estrés guardado en el bolso y sacurdirse de la rutina requiere un tiempo de espera. Es ahí donde la cercanía y la complicidad empiezan a tejer el estado mágico que solo dan las vacaciones.
Renata Ortega, terapeuta sexual y de pareja, lleva 26 años de experiencia clínica y observa a diario las desencuentros, miedos, expectativas y ánimos de las parejas chilenas.“Hay temor a que se haya perdido el vínculo, la capacidad para encontrarse”, señala al explicar que si bien las vacaciones son un período para pasarlo bien, “la intimidad sexual puede presentar una cierta dificultad; un ajuste. Lo más probable es que los primeros días tengamos que volver a mirarnos, a sonreír, a elaborar conversaciones que no pasen por el colegio o las cuentas, o los niños, sino por el placer de estar juntos”, explica la sexóloga.
En su larga trayectoria como psicóloga, investigadora y consultorías, Renata constata los cambios que ha ido teniendo la relación sexual. Por mucho tiempo y hasta fines de los años 90, el sexo ocupaba un espacio de desempeño, era como una tarea más del día, y no un encuentro entre dos personas que necesitan contención, pasarlo bien, reírse, jugar. Esa exigencia por rendir, por hacerlo bien en la cama, ha ido transitando hacia la construcción de una mayor intimidad.
–¿El estrés cotidiano terminó estresando también la sexualidad?
–Totalmente. Es un fenómeno mundial. En las últimas encuestas de comportamiento sexual, se observa que el mundo se ha puesto cada vez más individual; las personas están sobreexigidas y muy centradas en su roles. Obviamente eso afecta a la pareja. Cuesta llegar a un espacio emocional. Muchas veces no hay posibilidad de encuentro, porque uno ya está desgastado, frustrado...
–Es como que hoy se necesitan más abrazos que solo despliegue erótico...
–Claro. Y parte de este cambio en la sexualidad de las parejas es que el sexo ha vuelto a tomar su sentido de encuentro, de cobijo, de espacio íntimo donde pueda mostrarse vulnerable también. Hasta fines de la década de los 90, el sexo estaba absolutamente ligado al desempeño... Esto lo decía un estudioso francés, Michel Bozon.
–¿El éxito de una buena sexualidad estaba basado en el rendimiento?
–Claro, el sexo estaba visto como un factor de éxito y evaluado desde el punto de vista cuantitativo: cuántos orgasmos tengo, cuánta erección logro, cuántas parejas sexuales puedo tener. Todo era cuantificable. Michel Bozon fue muy visionario, y dijo que durante los primeros 15 o 20 años de este siglo, la sexualidad iría tomando cada vez más el color de las parejas. Es decir, el encuentro sexual ya no estaría tan ligado al desempeño, sino a la necesidad de contención y apoyo emocional.
–Tu experiencia en consulta, ¿muestra ese cambio?
–Llevo 26 años trabajando en consulta y te diría que, efectivamente, desde hace unos 15 años los malestares de las parejas que consultan están asociados a la necesidad de encuentro, de sentirse deseados. Y es bien notable porque ya no es solo una necesidad femenina. También es masculina.
El placer de estar contigo
–¿los hombres están pidiendo mayor intimidad?
–Sí, buscan el sexo como un espacio para conectar con el otro. Es llamativo que en la encuesta de comportamiento sexual, que se hizo en el 2009-2010 en España, casi un 70 por ciento de los hombres dice que lo que necesitan es conexión, ser visto como persona y no como un instrumento de placer. Es que el placer ya no está ligado al juguete sexual, a la cantidad de posiciones sexuales o cuántos orgasmos tengo. Se busca el placer de estar juntos. Pero todo en un espacio de mutuo cuidado. Eso era distinto antes.
–¿Y qué están pidiendo las mujeres? ¿Más vínculo o relaciones sexuales más satisfactorias?
–Es variable. Las generaciones más jóvenes, que todavía no tienen pareja estable, quieren reivindicar el placer sexual, lo que está muy bien. Las mujeres que están en pareja quieren un espacio donde pasarlo bien; donde gozar de la actividad sexual, pero no verse exigidas tampoco. Quieren disfrutar de la experiencia. En ese sentido, y volviendo al tema de las encuestas, el repertorio de práctica sexual es muy abundante hoy día.
–¿cambió la búsqueda sexual?
–En la experiencia clínica, las parejas que llevan más de 10 años juntas, están en una situación de querer volver a tener una experiencia amorosa-erótica. Y cuando hablo de amoroso, no me refiero al amor romántico. Es como decir: “Por qué no nos juntamos para tratar de pasarlo bien con lo que hay”. La gente ha empezado a abandonar los juguetes sexuales. Los libros de sexualidad, los disfraces, porque son cosas que eventualmente no satisfacen la necesidad que tenemos.
–o sea, lo que cambió es la necesidad...
–Claro y han cambiado los motivadores. O sea, hoy nos motiva tener actividad sexual con la pareja estable, pero no solo centrado en el deseo sexual, carnal... Hay otros motivadores como dormir juntos, hacernos cariño, tocarnos, olernos. Hoy día, se dice que los motivadores no parten desde la experiencia corpórea, sino que desde la disposición cognitiva o amorosa. O sea: “Yo estoy porque te quiero”. “Estoy porque tú eres un apoyo en mi vida”. “Estoy porque me hace bien tu compañía”. El sexo pasa por establecer un vínculo.
–Es decir, ya no está dada por este arquetipo de hombre que necesita tener sexo varias veces a la semana y una mujer que empieza a descubrir su placer...
–Creo que eso está bien obsoleto. Históricamente, el sexo estuvo ligado al poder del hombre y a la mujer sometida. Después a una exacerbación del amor. Luego, a la exacerbación del desempeño sexual. Hoy día a la intimidad. Y eso pasa porque estamos tan solos, tan sobreexigidos, que lo que yo quiero encontrar en la cama es una persona que se contente con lo que hay. Y que, en ese “es lo que hay”, podamos pasarlo bien.
–La palabra placer tiene otro sentido.
–Exacto, y el placer puede ser corpóreo, pero está ligado a lo rico, que es estar contigo, a tu olor, a tu piel. Parece ser que la exclusividad, es decir, de tener una pareja sexual con la que voy haciendo un trayecto biográfico, hoy es un factor de satisfacción sexual. Eso muestra la mayor parte de las encuestas. Más que tener orgasmos con esa persona todos los días, es importante saber que tengo a un amante que me conoce, quiere y desea.
“Cuando uno lleva mucho años en pareja, y este es un dato interesante también, lo que entrega satisfacción, al igual que el tema de la exclusividad, es el repertorio amplio. Que un hombre no se vea exigido a tener un excelente erección porque tiene la necesidad de penetrar, sino que podría satisfacerse con una buena masturbación mutua o sexo oral. El frote. El “froteurismo” es una práctica que se vuelve a incorporar, que parecía una práctica adolescente.
“No tenemos por qué tratar de tener solo la experiencia juntos del orgasmo. Pueden haber otras maneras. Entonces, si te das cuenta, todo se abre en un espacio amoroso donde no nos exijamos”.
–¿Y cómo se hace, en una sociedad súper sexuada, para que la pareja logre decir: “Esto es lo que hay y está bien”?
–Ese es el peak del malestar, porque si se supone que soy exitoso o exitosa en distintas áreas de mi vida, no puedo serlo acá. No puedo tener multiplicidad de orgasmos o más frecuencia sexual. Muchas personas llegan con esa demanda a la terapia, y la terapia se encarga de decirle que ese es un mandato externo.
–¿Cómo se cambia ese patrón?
–La pregunta es: ¿qué es lo que tú puedes? ¿Qué es lo que a ti te deja contenta? ¿Cuán deseada me siento por mi pareja? Porque, incluso, puede que mi pareja me desee todos los días y, sin embargo, no tengamos experiencia sexual más que una vez al mes. Eso igual marca como satisfacción sexual. O sea, no es el acto, sino sentirme deseada por mi pareja.
–¿Tanto en hombres como mujeres?
–Más aún, te diría que eso está hoy más marcado en los hombres. Ellos quieren sentirse atractivos, deseados. Quieren que su mujer les haga sentir que lo siguen eligiendo. Finalmente, conectar con otro también pasa por sentirme deseado y saber que somos una pareja, que ya tenemos una biografía y vamos a tratar de hacer lo mejor posible para los dos.