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Sexo en la ancianidad, ¿Porqué no?


Durante la vejez, el erotismo puede continuar desempeñando un papel importante como factor vital. El paso de los años produce algunos cambios fundamentalmente en nuestra función sexual pero no debiese afectar para nada nuestra capacidad de sentir placer.

Efectivamente el envejecimiento producirá un enlentecimiento en nuestra capacidad de responder a los estímulos sexuales, así como una menor intensidad en la respuesta sexual. Pero nuestro cuerpo estará siempre preparado para sentir placer y disfrutar del acercamiento corporal. Entonces, La posibilidad de seguir disfrutando sexualmente dependerá fundamentalmente de la actitud de la persona y su capacidad para activar el erotismo.

Las actividades sexuales disminuyen en frecuencia y cantidad con el paso de los años. Sin embargo, una buena cantidad de personas mayores sobre los 70 años, conservan una actividad sexual regular y en la mayoría persiste el interés sexual. Una dificultad frecuente a esta edad, es la ausencia de una pareja sexual. Más allá cuando la pareja existe, no es el patrón joven y adulto de desempeño sexual el que se debe pretender, sino que cobra mayor importancia la cercanía e intimidad corporal en el encuentro con nuestro compañero de vida.

Para el hombre, disminuyen las respuestas como la erección del pezón, hay un menor enrojecimiento facial y una menor contracción muscular, los testículos se elevan menos que en edades anteriores, la erección requiere de más tiempo y estimulación para lograrse y es frecuente la disminución de la misma. En general la erección puede durar pocos minutos, y el máximo momento de erección se presenta justo antes de la eyaculación. A su vez, el líquido eyaculado emerge con menor fuerza seguida de una rápida flacidez del pene.

Para la mujer, la hinchazón de senos, pezones y enrojecimiento de algunas partes del cuerpo va disminuyendo. Por efecto de los cambios hormonales, las paredes de la vagina se adelgazan por lo que algunas posiciones ocasionan irritación. La vulva y la vagina tienen cada vez menor elasticidad. Se disminuye también el número e intensidad de las contracciones vaginales al momento del orgasmo.

A pesar que dicho en estos términos el panorama puede sonar desalentador, lo que realmente quiero aclarar es que si bien la actividad sexual deberá sufrir cambios, no tenemos porque dejar de tener encuentros sexuales en la ancianidad. La creatividad así como la puesta en marcha de todos los canales sensoriales puede volver un encuentro sexual en un acto poético. Quizás habrá que variar las posiciones sexuales de manera de no exigir a los cuerpos. Las caricias genitales, los masajes, los abrazos que permiten un intenso y delicado frote, o el obsequio de besos y caricias consideradas, pueden otorgar un disfrute distinto pero igualmente satisfactorio.

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