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Con Derecho al autoerotismo en la madurez.


Hasta cuando las mujeres cargamos con la culpa de brindarnos placer? En este espacio así como en algunas entrevistas y cada vez que la conversación lo amerita, me gusta reivindicar el derecho de las mujeres, en todas sus edades, a la práctica autoerótica.


Y si bien es cierto, desde hace ya unas décadas la masturbación femenina es un hecho que, en lo teórico, no amerita negación alguna, cuesta tanto visibilizarla y aceptarla en lo práctico y cotidiano. Y lo más extraño y curioso es que sean las mismas mujeres las que tengan dificultad para aceptarla como un camino de exploración, aprendizaje o simplemente como un placer egoísta.

Para muchas mujeres hablar siquiera de práctica masturbatoria resulta un esfuerzo el cual les provoca también pudor. Quizás las mujeres entre 20 y 30 años pueden hoy declarar, en un espacio de confianza, que son asiduas a la práctica cuando están sin pareja. Para otras y no pocas está acción autoerótica ha sido un placer culpable, y para otras tantas algo absolutamente desconocido e incluso para otras muchas, inaceptable!.


Y si bien no se trata de hacer una apología a la masturbación, porque puede ser que para muchas y muchos no represente placer alguno, lo que quisiera relevar es que es una acción a explorar, sin creencias restrictivas, pudores o culpas; se trata de una práctica sexual que en su mínima expresión puede darnos inesperada información sobre nuestra anatomía mientras en su expresión máxima puede reportarnos una grata sensación de placer femenino.


Y en estas dos últimas palabras, pongo el énfasis y lo diferencial. La práctica autoerótica nos permite conectar con esa forma del placer más fémino, permitanme explicarme: hablo de un placer ligado al proceso más que al resultado, un agrado activado de diversas formas ( no existe una única forma de masturbación femenina), una sensación menos focalizada y más expansiva, como expansiva es también nuestra anatomía. La práctica autoerótica femenina es como es nuestra zona genital: diversa, delicada, sensual, expansiva, amplia.


Diversos estudios (Ter. Sexual y de Relación,Volumen 30, 2015 - Número 1: Sexualidad y envejecimiento; The Best Kept Secret: Sexuality in Older Women. Política y Sociedad, 2009, Vol. 46 Núm. 1 y 2: 191-203; Beckman, Waern, Gustafson, y Skoog, 2008), han puesto el acento en la práctica autoerótica como una forma válida y accesible para mantener la vida sexual y el disfrute corporal.

En las mujeres maduras, la práctica autoérotica se plantea hoy como un desafío. La ausencia de pareja estable, la presión masculina por la práctica falocéntrica (en momento en que nuestra vagina y vulva necesitan algo más que una penetración) así como la merma de actividad sexual presente por dificultades en el deseo masculino, nos hace retomar la reivindicación de la práctica sexual autogestionada para esta etapa de la vida.


Y esto en nuestro país, donde una parte no poco importante de las mujeres maduras está divorciada y lo que es más grave aún, con dificultades para encontrar un compañero sexual, resulta un tema del todo relevante para ser conversado y valorado entre las mismas mujeres.


Podemos aprender entre nosotras, podemos intercambiar técnicas, pero por sobre todo podemos entre mujeres resignificar el derecho al placer individual y autogestionado. En la segunda mitad de la vida femenina, y en el momento que vivimos, puede resultar muy provechoso darnos un espacio para el placer sexual individual.

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