El orgasmo simultáneo, ¿placer o exigencia?
En mi consulta escucho con frecuencia la preocupación y obsesión de las parejas por alcanzar juntos el tan preciado orgasmo.Muchas personas sienten que el orgasmo simultáneo es el mejor. Piensan que si no lo consiguen significa que no hay amor, que la pareja no se entiende, que no funciona, que no son el uno para el otro; en fin la ausencia de orgasmo conjunto parece asociarse a angustia y sobreexigencia.
El mito de la simultaneidad del orgasmo como indicador de armonía en la pareja, ha causado más daño que goce en la sexualidad.
Aclaremos algunas cosas: tener un orgasmo requiere una dosis sana de egoísmo, dejarse llevar por la excitación, poner atención en las propias sensaciones y abandonarse al momento de máximo placer personal. Uno disfruta en la medida en que es capaz de apropiarse de su cuerpo y de sus sensaciones. Orgasmo significa descontrol y su presencia es el resultado de una adecuada estimulación corporal y el necesario permiso personal para el goce propio.... Nada de eso puede ocurrir si se tiene la presión de un orgasmo simultáneo.
El orgasmo simultáneo existe, pero es más el resultado de una casualidad que de una constante búsqueda.
La exigencia por el orgasmo sincronizado, en las mujeres, puede afectar la lubricación, causar molestias en la zona genital y angustiar el escenario amatorio. En los hombres, puede provocar problemas en el control eyaculatorio, adelantando o inhibiendo la eyaculación, como también dificultades para mantener la erección.
Esperar que todo acto sexual termine con orgasmo simultáneo, confiere al escenario erótico una dosis demasiado alta de esfuerzo, concentración y sobre control.
Me explico, buscar un orgasmo simultáneo en teoría resulta fácil y práctico, pero en la realidad termina siendo una situación displacentera y estresante . La atención puesta en qué está ocurriendo con el otro, y al mismo tiempo estar pendientes de las propias sensaciones, no permite sentir placer y puede generar menoscabo en el propio funcionamiento y en el de nuestro compañero sexual. La obsesión y el sobrecontrol de la emociones por intentar "pasarlo bien juntos" termina con inhibir las propias sensaciones o al menos bloquear el curso natural y personal de tu respuesta sexual.