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Sexualidad en la discapacidad.


Hace muy poco, en un programa de radio al que fui invitada, me sorprendió la incomodidad que suscitó en mis entrevistadores la posibilidad de hacer un programa dedicado a la sexualidad de las personas con capacidades diferenciales o como les llamamos equivocadamente, discapacitados. Pero, “¿de que vamos a hablar?” me preguntaron, lo que entrelineas dejo entrever la desvalorización y es más la invisilibilidad con la que teñimos todo aquello que nos parece “diferente”.

Y en este contexto me parece oportuno recordar que, así como cualquier individuo, las personas con alguna discapacidad física o intelectual son sexuadas y tiene derecho a vivir su sexualidad. Esto que puede parecer muy obvio y natural, es generalmente un derecho olvidado y a veces negado por nuestra sociedad.

Incluso, resulta pertinente expresar que existen algunas diferencias dependiendo de si hablamos de sexualidad en la discapacidad física o si nos referimos a derechos sexuales de los discapacitados intelectuales. En este último caso, la sexualidad de estas personas parece presentarnos más problemas e inquietud.

El no reconocimiento de la sexualidad de estos grupos parece sustentarse en una serie de mitos y creencias erróneas que hemos ido alimentando como sociedad, como una forma de mantener un cierto control sobre las conductas sexuales que nos “aprobleman”. Muchos guardan relación con la falsa creencia que el sexo requiere indemnidad corporal, sino “no resulta”. O que el sexo puede ser amenazante para personas que “no pueden pensar bien” y entonces hay que protegerlas.

Mitos y creencias erróneas de este tipo menosprecian la variedad de la viviencia sexual humana sexualidad y convierte a personas que pueden disfrutar de una sexualidad muy satisfactoria, en sujetos reprimidos. La sexualidad existe en todos nosotros desde el momento en que nacemos y no termina hasta que morimos. Somos seres sexuales independientemente de nuestra procedencia, raza, ideología, edad o condición física o intelectual.

La sexualidad nos conecta con emociones, sentimientos, placer, comunicación, ternura, amor, procreación, expresión, vivencias, relaciones, gestos, miradas,... En esta perspectiva todas las personas son sexuadas y poseen recursos para la entrega erótica-afectiva, incluidas las personas con alguna “discapacidad”.

Cualquier problema físico o intelectual, en cualquier persona, implica la reorganización de muchos aspectos cotidiano, sin embargo ello no debiese anular la expresión de necesidades vitales, donde cabe considerar la expresión y satisfacción de los deseos sexuales. Siempre será posible la expresión sexual y con ello la posibilidad de brindar una mejor calidad de vida a las personas que presentan alguna dificultad.

A continuación enumero aquellos derechos sexuales, incluidos en la Declaración de Derechos sexuales revisada y aprobada por la Asamblea General de la Asociación Mundial de Sexología, WAS en Hong Kong al comenzar el nuevo milenio, que muchas veces pasamos a llevar en las personas con capacidades diferentes y que deben ser reivindicados en una sociedad que se precia de valorar a sus ciudadanos con alguna “discapacidad”:

1. Derecho a recibir información sobre sexualidad. 2. Derecho a recibir educación sexual. 3. Derecho a expresarse sexualmente. 4. Derecho a la maternidad/paternidad. 5. Derecho a tener acceso a servicios de ayuda.

Reconocer estos derechos implica reconocer también que toda persona con alguna discapacidad funcional o intelectual:

  • Tienen intereses, apetencias y deseos

  • Tienen comportamientos sexuales

  • Tienen la capacidad de enamorarse, de sentirse atraída y de ser atractiva para otra persona.

  • Su cuerpo tiene capacidad de sentir y de excitarse.

  • Piensan y tienen ilusiones.

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